Martha Bolaños se ha convertido en la nueva cara de la mujer caleña, la que baila, encanta y conquista, siendo tan alegre como Qhubo. La actriz empieza a aprovecharlo y a volcar su vida a la ciudad que la vio nacer y la hizo salsera de pura cepa.
A Martha Isabel Bolaños el encierro le permitió descubrir una verdad que latía en silencio: ella y la salsa son una sola. La pandemia la devolvió a Cali 26 años después para confirmarle que está hecha de guaguancó.
Lo supo porque ahora sus videos bailando son virales. Tanto, que ya son rutina para “transmitir buena energía y alegría”, resaltó. Además, ha sido la puerta para proyectos con los que empieza a latir el mismo pulso con el que late Cali: el de la rumba.
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El descubrimiento
Preocupada por los kilos de más que vinieron con la cuarentena, Martha empezó a bailar como ejercicio. Un día de esos, bailando ‘El yoyo’, de Wayne Gorbea y Salsa Picante, se grabó. “Me sentía boleta, pero un amigo me dijo que estaba bueno, que lo subiera”, relató.
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De inmediato el clip se viralizó. Se lo atribuye a los movimientos precisos que hizo sin premeditar en los cortes del tema. Un freestyle que sorprendió a una comunidad salsera que ignoraba la caleñidad que corría por sus venas.
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Pero ella siempre la llevó en toda su vida. Una de las primeras imágenes que guarda de su mamá Miriam es bailando en la sala de su casa, en el barrio Santa Helena. Allí aprendió a moverse con cadencia y elegancia. El resto, “no, sé, Cali me lo enseñó. Eso viene como en el agua”, reflexionó.
Vivió la adolescencia en los años 80. Inauguró su vida rumbera en el famoso Village Game, a donde llegó con un vestido globo rosado, unas medias calentadoras del mismo color y tenis Reebok. Al lado, su primer novio, Edgar, y su parejo por cuatro años.